En un pequeño pueblo rodeado de montañas, vivía un anciano llamado Kashi. Era conocido en todo el pueblo por su amabilidad y generosidad. Aunque no tenía muchas posesiones, siempre estaba dispuesto a compartir lo poco que tenía con los demás.
Un día, un joven viajero llegó al pueblo. Estaba cansado y hambriento después de un largo viaje. Al ver al anciano Kashi sentado en el porche de su modesta casa, decidió pedirle ayuda.
«Disculpe, señor,» dijo el joven, «he viajado muy lejos y no he comido en días. ¿Podría usted compartir algo de comida conmigo?»
Kashi, con una sonrisa amable, respondió: «Por supuesto, joven. Ven, siéntate. No tengo mucho, pero lo que tengo es tuyo.»
El anciano entró en su casa y regresó con un plato de arroz y algunas verduras. El joven comió con gratitud, y mientras lo hacía, comenzaron a conversar.
«¿Por qué eres tan generoso con un extraño?» preguntó el joven. «Podrías haberte quedado con la comida para ti mismo.»
Kashi sonrió y respondió: «La verdadera riqueza no está en las cosas que poseemos, sino en lo que compartimos con los demás. La generosidad es un acto que enriquece tanto al que da como al que recibe.»
El joven se quedó en el pueblo por unos días, ayudando a Kashi con sus tareas diarias. Durante este tiempo, aprendió mucho sobre la importancia de la generosidad y cómo un simple acto de bondad puede tener un gran impacto.
Antes de partir, el joven decidió retribuir la generosidad de Kashi. Fue al mercado y compró varias provisiones para el anciano. «Quiero agradecerte por todo lo que has hecho por mí,» dijo el joven entregándole las provisiones. «Tu generosidad ha cambiado mi vida.»
Kashi, con los ojos llenos de lágrimas de gratitud, respondió: «Recuerda siempre, joven, que la generosidad es un ciclo. Lo que das, siempre regresa a ti multiplicado. Nunca olvides compartir lo que tienes con aquellos que lo necesitan.»
El joven se fue del pueblo con el corazón lleno de gratitud y una lección invaluable sobre el poder de la generosidad. A partir de ese día, hizo un compromiso de ser generoso con los demás, recordando siempre las palabras sabias del anciano Kashi.