En un hermoso río que fluía a través de un espeso bosque, vivían muchos animales en paz y armonía. Las ranas eran conocidas por su agilidad y habilidad para nadar a través del río, mientras que los escorpiones, con su naturaleza solitaria, preferían quedarse en las rocas, lejos del agua.
Un día, durante la temporada de lluvias, el río creció hasta desbordarse, cubriendo la tierra cercana y aislando a varios animales. En ese momento, un escorpión, incapaz de cruzar las aguas, vio a una rana descansando cerca de la orilla.
“Hola, amiga rana,” llamó el escorpión con voz urgente. “Necesito cruzar al otro lado del río, pero no sé nadar. ¿Podrías llevarme en tu espalda?”
La rana miró al escorpión con recelo. “¿Llevarte en mi espalda? ¡Pero eres un escorpión! ¿Cómo sé que no me picarás cuando estemos en medio del río?”
El escorpión, tratando de parecer convincente, respondió: “Comprendo tu temor, rana. Pero piénsalo un momento. Si te pico mientras cruzamos, ambos nos hundiremos en el río y moriremos. No me beneficiaría hacerte daño.”
La rana reflexionó un momento. Las palabras del escorpión tenían sentido. “Está bien,” dijo finalmente, aunque todavía algo insegura. “Te llevaré al otro lado. Pero prométeme que no me harás daño.”
“Lo prometo,” dijo el escorpión con firmeza.
Así, la rana permitió que el escorpión subiera a su espalda y comenzó a nadar a través del río. Al principio, todo iba bien, y la rana empezó a relajarse, creyendo que el escorpión mantenía su palabra. Pero cuando llegaron al centro del río, de repente sintió un agudo dolor en su espalda.
“¡Escorpión! ¿Por qué me has picado?” gritó la rana con desesperación mientras sentía el veneno paralizar su cuerpo. “Ahora ambos moriremos. ¿Por qué lo has hecho?”
El escorpión, con una expresión de tristeza y resignación, respondió: “Lo siento, rana. No pude evitarlo. Es mi naturaleza.”
La rana, sintiendo que sus fuerzas la abandonaban, dejó escapar un último suspiro antes de que ambos fueran tragados por las aguas profundas del río.
Enseñanza
La historia del escorpión y la rana nos enseña sobre la naturaleza inherente de los seres. Algunas acciones son inevitables debido a la naturaleza propia de cada individuo, independientemente de las circunstancias o las consecuencias. En la vida, es esencial ser conscientes de las verdaderas naturalezas de las personas y las situaciones, y actuar con sabiduría para protegernos y tomar decisiones informadas.
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